Esta historia trata de la venganza de Montresor hacia Fortunato.
Montresor un hombre que servía para Fortunato, había guardado en si un
profundo rencor por él; durante mucho tiempo Montresor estaba ideando un plan
para vengarse de Fortunato.
Tras un carnaval Montresor se habría encontrado a Fortunato algo ebrio y
disfrazado; con la excusa de mostrarle un barril de un vino que aparentemente
era amontillado y el cual para esa época era muy raro de encontrar, se lo llevo
a sus bóvedas de vino. Montresor quien ya tenía ideado un plan, había dado
permiso a todos sus empleados para que participaran del carnaval y regresaran
solo hasta el otro día; con esto se aseguraba de que nadie lo viera entrar con Fortunato
a su casa.
Durante el recorrido por la bóveda Montresor ofreció
a Fortunato algunas botellas de vino, quien se las bebió casi de un sorbo; además
de ello dijo a Fortunato que volvieran a la plaza, debido a que la bóveda era
muy húmeda y profunda y tal vez haría daño
a su salud. Fortunato entusiasmado con la idea de un barril de amontillado
rechazo la opinión de Montresor y dijo
que una simple tos no lo mataría. Montresor satisfecho con la respuesta continuo
el recorrido por la bóveda hasta un punto donde la humedad hacia que el aire
que allí se respiraba fuera algo turbio; él camino hasta un punto donde identifico unas cadenas que
probablemente le servirían para atar Fortunato; aprovechando el estado en el
que él se encontraba Montresor ato a Fortunato con las cadenas y lo dejo allí tirado;
posteriormente identifico una pila de huesos y piedras que le servirían para
tapar un agujero; con una pala de albañil que llevaba en su poder comenzó a
tapar el agujero e hilera tras hilera
avanzaba con su trabajo. Cuando estaba en la tercera hilera escucho unos gritos
agitados de un hombre que ya no estaba ebrio, se sentó a deleitarse escuchándolos
y aprovecho para tomar un descanso, posteriormente
los gritos dejaron de oírse y Montresor continuo con su trabajo; cuando se
encontraba en la en la onceaba hilera a punto de terminar escucho una voz con risas que le decía buen
juego ya salgamos de aquí que en la plaza nos deben estar esperando; el respondía
irónicamente si salgamos, cuando la voz dejo de escucharse aprovecho y termino
la hilera que dejaría totalmente cubierta la salida que volvería a levantar una
antigua muralla que allí existía.
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